Ahora que estamos a punto de celebrar un año más de la lucha contra el cáncer de mama, es necesario detenernos, mirar el camino recorrido y el aún por recorrer para lograr el control de este padecimiento en México. En nuestro país, el cáncer de mama es la primera causa de muerte por neoplasias malignas entre las mujeres de 25 años o más, el número de casos sigue incrementado y el promedio de edad al diagnóstico es una década menor entre las mujeres mexicanas comparadas con las europeas o norteamericanas. Es decir, la batalla debe continuar hasta lograr la reducción de la aparición de nuevos casos y la mejora en la calidad de vida y sobrevida de quienes lo padecen, metas que requieren de acciones interdisciplinarias en todos los niveles de prevención.
La transición demográfica y epidemiológica que está sufriendo la población ha originado que algunos de los factores de riesgo aparezcan con mayor fuerza, contribuyendo en mayor o menor grado con el incremento en la frecuencia de la enfermedad, algunos de estos factores son características reproductivas propias de la vida moderna como el retraso de la maternidad y la reducción de la lactancia materna; otros más, se encuentran ligados con estilos de vida poco saludables y potencialmente modificables -falta de ejercicio, dieta poco saludable y aumento en el consumo de alcohol-. La conciencia y reconocimiento de todos estos factores por la población mexicana es crucial para avanzar en su control y con ello contribuir a la reducción en la aparición de casos. Sin embargo, esto no ha resultado sencillo, la frecuencia de los principales factores de riesgo asociados a estilo de vida también parecen incrementar en el país, tan sólo basta recordar la epidemia de sobrepeso y obesidad que estamos viviendo.
Asimismo, sabemos que la etapa en la cual se logra detectar la enfermedad a nivel mundial ha resultado ser bastante diversa, existen países como Estados Unidos, donde la prevalencia de cáncer de mama metástasico al momento del diagnóstico, es baja, de alrededor del 3.35%, mientras que en Europa la proporción de nuevos casos diagnosticados con enfermedad avanzada varía del 3 al 11%, en tanto que en México, según los reportes histopatológicos, alrededor del 75% de los casos detectados se encuentran en etapas avanzadas. La baja proporción de casos detectados en etapas tempranas, momento en que la probabilidad de sobrevida a cinco años es mucho más alta si recibe el tratamiento adecuado, ocasiona que la mayoría de los casos tengan mal pronóstico y a su vez la atención médica requerida sea más compleja y por lo tanto más costosa. De esta forma, los contrastes en la incidencia y sobrevida de la enfermedad entre los países en desarrollo y aquellos desarrollados, pueden explicarse por el éxito en la implementación de programas de tamizaje que logran incrementar la detección de pacientes enfermos a inicios de la enfermedad, otorgar el tratamiento de manera oportuna y con ello mejorar la calidad de vida y sobrevida de los pacientes.
Al respecto, el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) ha participado activamente en los esfuerzos nacionales de tamizaje de cáncer de mama, no sólo promoviendo la autoexploración y la exploración clínica mamaria, sino en la interpretación de estudios mastográficos, toma de biopsias, y referencia oportuna de aquellos quienes lo requieren, habilidades que se comparten a fin de coadyuvar a la formación de médicos especialistas altamente calificados en la identificación de lesiones sospechosas de cáncer de mama. Es aquí donde el acceso a la atención médica de calidad, toma su lugar, pues aun con los grandes avances en los tratamientos para el cáncer de mama, la factibilidad de ofrecerlos a toda la población mediante un proceso de atención sanitaria de calidad, aún no ha sido del todo posible en nuestro país.
De esta manera, la detección oportuna ha mostrado un impacto considerable en la sobrevida y calidad de vida de las pacientes que habitan los países desarrollados mientras que en los países en desarrollo el impacto ha sido bajo, esto debido quizás a una limitada cobertura de mujeres de alto riesgo, a la deficiente calidad en el proceso de atención médica, a la falta de homologación de los criterios diagnósticos y terapéuticos y a la falta de programas específicos de cuidados paliativos y rehabilitación. En este escenario, México debe continuar fortaleciendo cada una de estas áreas, que sumadas al conocimiento que sobre la enfermedad tenga la población, permitirá derrumbar los obstáculos que respecto a la prevención del cáncer de mama existen en nuestro país.
Así pues, el camino aún es largo, pero días como estos, en los que todos recordamos el impacto que esta enfermedad tiene en nuestras familias y lo que hemos logrado para combatirla, hará que continuemos juntos con la lucha para vencer al cáncer de mama”.