Los datos preliminares sobre una nueva familia de fármacos para el cáncer de mama hereditario -en las portadoras de las mutaciones genéticas BRCA1 y/o BRCA2 que multiplican las posibilidades de desarrollar este tumor -presentados hace 15 días en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica, en Estados Unidos, han tenido su aval en un estudio publicado en ‘The New England Journal of Medicine’.
Esta vez, científicos del hospital británico Royal Marsden, han demostrado que el olaparib, uno de estos inhibidores del enzima PARP, es seguro y se tolera bien. Además, como explica la doctora Judith Balmaña, oncóloga del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, el nuevo tratamiento (en pastillas) emplea una vía terapéutica denominada ‘letalidad sintética’.
En definitiva, se trata de aprovechar un defecto genético que padecen las células tumorales pero no las sanas: la incapacidad que tienen el gen BRCA para reparar el ADN y así causarles un segundo error que resulta fatal para el tejido canceroso. Al inhibir otro mecanismo de reparación alternativo como es el que induce el PARP, la célula tumoral muere.
Es decir, «si tú tienes una mesa [la célula maligna] que tiene cuatro patas y una está rota (el BRCA), es posible que se mantenga de pie manteniendo un poco el equilibrio. sin embargo, si se rompe una segunda pata (el enzima PARP), la mesa se viene al suelo», pone Balmaña como ejemplo.
De esta manera, el olaparib, actuaría como desencadenante de la destrucción de esas mesas cojas (defectuosas) que son las células tumorales portadoras de un defecto en los genes BRCA1 y BRCA2.
La doctora Balmaña se muestra convencida de que el estudio, a pesar de estar aún en fases muy prematuras y haber sido realizado con pocos pacientes (una muestra de 60 participantes) constituye «una gran noticia».
No hay que olvidar que, hasta ahora, las mujeres con un cáncer de mama con anomalías en el BRCA reciben el mismo tratamiento que las que sufren cualquier otro tumor de mama esporádico. Este optimismo también se refleja en el editorial que se publica junto a este trabajo. «El trabajo abre una nueva dirección en el desarrollo de antitumorales», reza el artículo.
Balmaña participa desde el Hospital Vall d’Hebron en otro estudio con este mismo producto en fase II (junto con el Hospital Clínico de Valencia), para tratar a mujeres con el llamado cáncer de mama triple negativo antes de la cirugía.
«Estas pacientes reúnen una serie de condiciones [sus células malignas carecen de receptores para estrógenos, progesterona y la proteína HER2] que le hacen responder bien a la quimioterapia pero, por otro lado, tienen un alto riesgo de recaída», explica la investigadora.
En este sentido, el doctor Miguel Martín, presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM), asegura que los inhibidores del PARP tienen toda la pinta de convertirse en «el Herceptin del triple negativo».
El investigador se refiere al medicamento revolucionó el tratamiento de los tumores mamarios con receptores para la proteína HER2 y, al parecer, esta nueva generación puede conseguir logros similares. «Los inhibidores del PARP van a cambiar radicalmente el tratamiento de las mujeres con cáncer de mama hereditario», augura Martín.
Además, los investigadores no descartan que olaparib también pueda reforzar el efecto de la quimioterapia en otros tumores. «Si se impide la reparación del daño en el ADN de las células causado por la quimioterapia, también se podría acelerar la muerte de las células tumorales», apunta Balmaña.