El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres en el mundo. A escala global 458 mil mujeres fallecen cada año por este motivo, lo que significa que cada minuto una mujer en el mundo pierde la vida debido a esta enfermedad.
De acuerdo con un reporte de la Secretaría de Salud y con datos del Registro Histopatológico de Neoplasias Malignas, actualmente, el 90% de los casos de cáncer de mama en México se detectan en etapas tardías y la edad promedio a la que se diagnostica la enfermedad es a los 58.2 años.
En México es la primera causa de muerte por cáncer en la mujer a partir del año 2006. A nivel nacional, la tasa de mortalidad por cáncer de mama es de 17.19 defunciones por cada 100 mil mujeres de 20 años o más, según el reporte del Instituto Nacional de Salud Pública correspondiente a 2020. En nuestro país se registran alrededor de 13 muertes diarias por cáncer de mama, es decir, aproximadamente cada 2 horas muere una mexicana por esta causa.
En los últimos años, el número de muertes causadas por esta enfermedad ha aumentado de forma alarmante, principalmente, por el retraso en el inicio del tratamiento, ya sea por la tardanza en la búsqueda de atención médica luego de que una mujer presenta un posible síntoma de cáncer de mama, o por la demora en el sistema de salud, particularmente al dar el diagnóstico definitivo.
Pese a que la Norma Oficial Mexicana 041-SSA2-201 recomienda que las mujeres entre 40 y 69 años se realicen la mastografía cada 2 años, la cobertura a nivel nacional es insuficiente (20%) para contribuir con la disminución de la mortalidad.
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Si esta ley se respetara y hubiese un diagnóstico en la primera etapa de la enfermedad, las pacientes tienen hasta 95% de posibilidades de curarse completamente, afirma la doctora Valeria Cáceres, jefa del Departamento de Oncología Clínica del Instituto Oncológico Ángel H. Roffo, de Argentina.
“El objetivo del tratamiento del cáncer de mama temprano es la curación, por eso las pacientes deben recibir el mejor tratamiento disponible para su patología. Si nosotros detectamos a una paciente con un tumor de menos de un centímetro y sin ganglios comprometidos en la axila, podemos decir que su chance de curación es mayor al 95%”, declaró la especialista.
Y en ese proceso de atención oportuna la biometría hemática es esencial. “La biometría hemática es uno de los estudios de laboratorio solicitados con más frecuencia, tanto en pacientes ambulatorios, como hospitalizados. Es el primer examen al que se enfrenta el clínico en la valoración diagnóstica de un paciente; se considera como un solo examen de laboratorio, sin embargo, realmente valora el estudio de tres líneas celulares, cada una con funciones diferentes entre sí, pero que comparten un origen común en la médula ósea: eritrocitos, leucocitos y plaquetas”, explican los doctores José Carlos Jaime Pérez y David Gómez Almaguer, en su libro Hematología. La sangre y sus enfermedades.
En dicho texto, los expertos señalan que “son múltiples los usos de la biometría hemática, pero los más frecuentes son el seguimiento de pacientes con quimioterapia o radioterapia, el diagnóstico de pacientes con síndrome anémico, síndrome febril o síndrome purpúrico”.
En este sentido, Bernardo Frisbie, CEO de la empresa mexicana GLhealth, recomienda tener un dispositivo como Sight OLO en el punto de atención médica, un dispositivo del tamaño de una impresora que OLO que en sólo 10 minutos toma imágenes detalladas de sangre, las digitaliza, y luego las analiza con algoritmos de visión por computadora impulsados por Inteligencia Artificial. “Los oncólogos requieren una biometría hemática del día antes de aplicar radioterapia o quimioterapia a las pacientes”, afirma el director general de esta empresa.
DZ
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